El bertsolarismo acapara casi en
exclusiva la imagen social de la cultura en euskera, malo; es el árbol que no
deja ver el bosque. Basta ver la nomenclatura del programa de la capitalidad
europea 2016, son los supervivientes a pesar de su deplorable currículo en
experiencias de convivencia y sensibilidad en derechos humanos. Pero a una gran
parte de nuestra sociedad, con nuestro actual alcalde donostiarra a la cabeza,
no es que le parezca idóneo, le parece lo ideal, la perfección, aunque intuyo
que más que disfrutar el género lo admiran, malo también.
Entretanto, la anterior y más reciente
responsable, seleccionada en un más que cuestionado proceso, ha sido
catapultada a la opinión pública como un guiñapo, como la responsable de los
2016 mas un desaguisados. Poco se
espera de la responsabilidad de quienes la nombraron, nada se dice de la de
aquella empresa de selección que acudió ex cáthedra al parlamento a defender su
tarea, -profesionalidad por encima de lo democrático- malo.
Mi amigo el ex alcalde, a quien todavía
profeso lealtad y debilidad política, también ha tomado baza diciendo algo como
que lo único que aporta el señor Paya es euskera y bertso; no va descaminado.
Pero sí que debiera haber dicho que un médico no es menos médico porque sepa
euskera, ni un ingeniero y un abogado menos ingeniero y abogado por lo mismo,
que a veces es a lo único que se reducen los mensajes cuando estos tienen más
de osadía que de conocimiento. Nadie debe ser descalificado por lo que aporta
si no por lo contrario. Capital europea, europeo en red y bertsos y.
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