La inversión y gasto
económico en cultura que San Sebastián ha realizado en la democracia, y que aun
realiza, es enorme, de preguntárnoslo. Pocas ciudades habrá con esas
características. Siempre destaco esa red de casas de cultura de incansable
recorrido y actualidad ciudadana, entre tanta acción cultural de mayor
proyección mediática. En estas mismas
líneas llegué a escribir que un
centro, “irregular” y espontáneo, como el bilbaino Kukutza, surgido a causa de la
inexistencia de una red institucional de servicios que atendieran con
prestaciones básicas a ciudadanos y entornos sociales de a pie, era casi
imposible en San Sebastián. Cinco años más tarde me explota en el morro
Kortxoenea.
Llama la atención el silencio de ese proyecto cultural en
los últimos cuatro años, silencio atribuíble a mi desconocimiento o sordera
orgánica, o a políticas, perdón por la ironía, cacareadas como participativas y
transparentes. Probablemente nunca quisieron que se supiera. Pero llaman la
atención, hasta la irritación, esas manifestaciones y pronunciamientos públicos
de técnicos y trabajadores de Tabakalera, Donostia 2016 o Donostia Kultura.
Esas denuncias públicas que, supone uno, deberían estar fundamentadas en
papeleos, mensajes y avisos previos de evaluación y toma de consideración de
tan imprescindible agente cultural y que quien suscribe no los conoce.
La autogestión, con tanto sueldo público, con tanto
paternalismo funcionarial, y con tanta pose buenista y justiciera, no gana
crédito. Las contradicciones nos asisten a todos pero, diría que o sobra la
autogestión o sobran ellos, nunca todos.
Magnífico final, Ramon: o sobra la autogestión o sobran ellos.
ResponderEliminar